sábado, 5 de septiembre de 2009

¡QUÉ GENTE TAN RARA!

Los joiníes, miembros de una secta religiosa originaria de la India, tenían formas muy curiosas de suicidarse: se cortaban trozos de su propia carne y se los ofrecían a las aves de rapiña. Pero su variante preferida era morir de inanición. Estas y otras prácticas de autosacrificio se recomendaban en textos sagrados de los siglos XIII al XVII.

Algunas clínicas japonesas están especializadas en devolver la virginidad a las mujeres mediante una sencilla y barata operación quirúrgica.

Las babosas son las reinas de la fiesta en el pueblo de Monte Río. Esta población californiana se ve invadida una vez al año por gran cantidad de estos gasterópodos, y sus habitantes los aprovechan para diversas competiciones, como la carrera de babosas, y la elección de superbabosa: el ejemplar más grande es vestido con una capa púrpura y paseado por la ciudad sobre un cojín, acompañado por la música de la película Rocky. El acto más popular es el concurso de cocina: las babosas sirven de ingrediente principal en cócteles, potajes y platos de pasta. Gana la receta más original y sabrosa.

En algunas culturas de la antigüedad se solía enterrar a personas vivas en los cimientos de las futuras construcciones, para proteger el edificio de posibles infortunios. Cuentan que, cuando fue levantada la ciudad de Tavoy, en el sur de Birmania, colocaron un delincuente en el hoyo de cada poste, para alejar a los malos espíritus. Este rito también fue utilizado por los druidas.

La marihuana era de uso común en las reuniones sociales de la antigua Roma.

Entre los tre-ba del Tibet, todos los hijos del mismo padre compartían una única esposa. Así que sólo celebraban una boda por familia en cada generación.

En el siglo XV, los trabajadores de los molinos sustituían los granos de trigo que los clientes llevaban para hacer harina, por una mezcla indigesta de polvos minerales y cartílagos de sepias y calamares secos. Es uno de los primeros antecedentes conocidos de la adulteración.

Antes de la batalla, los centuriones romanos se hacían la manicura y se depilaban el vello de las piernas.

Las mujeres de Nápoles salían desnudas a la azotea de sus casas, con la esperanza de que la Luna les hiciera aumentar el tamaño de los senos.

Algunos patricios romanos, como Craso, César y Pompeyo, tenían fortunas personales que se acercaban al presupuesto anual militar del Imperio, estimado en 500 millones de sestercios. En la actualidad, la mayor fortuna individual de los Estados Unidos no se aproxima ni de lejos al presupuesto militar de este país.

Las mujeres de los indios Pies Negros, originarios de la actual región canadiense de Edmonton, mostraban su luto por un familiar fallecido cortándose el pelo muy corto. Si el fallecido era el marido o un hijo -no una hija-, no sólo se cortaban el pelo, sino también una o más falanges de los dedos, y se desgarraban la piel de las pantorrillas.

Una receta de belleza recogida en el Anangaranga, famoso libro erótico hindú, recomienda a las mujeres que se pinten el rostro con cenizas procedentes de piras funerarias, recogidas dentro de un cráneo humano.

El vello corporal se considera tan obsceno en Japón que, incluso en las revistas eróticas, el del pubis se tapa siempre con un rectángulo negro.

En la corte de Luis XV de Francia, se creó la figura del portacorbatas, un criado cuyo único cometido era abrocharle y desabrocharle la corbata al rey.

Antes de la llegada de los conquistadores españoles, las víctimas sacrificadas y devoradas cada año por el pueblo azteca oscilaban entre 15.000 y 250.000, según los expertos.

Un 20 por ciento de los profesores norteamericanos de biología todavía cree que los hombres y los dinosaurios convivieron en la misma época, a pesar de que hubo entre ellos una separación de más de 60 millones de años.

Hasta hace muy poco, y siguiendo la tradición hinduísta, las niñas podían ser obligadas a casarse a partir de los nueve meses después de la pubertad, es decir, a los ocho o nueve años. Esta forma de matrimonio resultaba un cruel infanticidio, como lo confirma el censo oficial del gobierno británico en la India realizado en 1921, donde se registraron 3.200.000 jóvenes muertas durante el año anterior a causa de las brutalidades sexuales a las que fueron sometidas por sus propios esposos.

La palabra fornicar deriva del latín fornice, que significa curvatura interior de un arco, ya que bajo las bóvedas de los puentes y callejones era donde se podían alquilar los servicios de las prostitutas romanas.

En la España de Felipe III, los juegos de naipes estaban prohibidos por la ley. Sin embargo, eran muy populares en todas las clases sociales, e infinidad de españoles se entregaban a los mismos con gran afición... entre ellos el propio monarca.

En el antiguo Egipto, los días se dividían en buenos, amenazadores y nefastos, según los hechos que en ellos hubieran ocurrido durante la época en que los dioses moraban en la Tierra. En los días nefastos la gente no podía bañarse, montar en barca, viajar, comer pescado ni nada que viniera del agua. Tampoco se debía matar una cabra, un buey o un pato. Otros días era recomendable no tener trato carnal con mujeres, so pena de infección. Y otras veces, era mejor no escuchar canciones alegres ni pronunciar el nombre del dios Seth, que tenía fama de pendenciero.

En las primeras carreras de caballos, los jefes de las tribus del desierto africano obligaban a sus équidos a pasar días sin beber una gota de agua, para después soltarlos, sin jinete, en las proximidades de un abrevadero. El primero en llegar era el vencedor.

Uno de los platos preferidos de los hadzas, población cazadora-recolectora de Tanzania, es la carroña. Ésta se considera un manjar.

En Turín, ciudad del norte de Italia, más de 40.000 personas rinden culto al diablo.

A los indios sirionó del Alto Amazonas, en Bolivia, les trae sin cuidado copular delante de otras personas, pero se mueren de vergüenza y pueden ser severamente castigados si son sorprendidos comiendo en público.

Las mujeres arapesh de Nueva Guinea nunca sienten dolores menstruales. Al parecer, esto se debe a que permanecen horas sentadas en un trozo de corteza de árbol húmeda; el frío y las ortigas con las que se rozan involuntariamente anulan la sensación de dolor.

En los harenes sudaneses, tras la pérdida de la virginidad de las concubinas a manos de los amos, éstos, para ponerlas a salvo de los instintos de los eunucos - que conservaban su órgano reproductor -, les colocaban en el interior de la vagina una vara de bambú de 30 centímetros que se sujetaba con correas a las piernas de la mujer.

En las islas Molucas, en el archipiélago de Indonesia, la caza de cabezas sólo puede hacerse por detrás, ya que, si el agresor ve la cara del oponente, matarlo sería un asesinato.

Cuando iban al mercado, los verdugos de la antigüedad no podían poner las manos sobre la mercancía, y tenían que hacer la compra provistos de una vara, con la que señalaban lo que deseaban comprar. Ello se debía al rechazo que hacia ellos sentía la mayoría de sus conciudadanos.

En la antigua Grecia, las mujeres no comían con sus maridos, sino que permanecían recluidas en el gineceo, habitación para mujeres que estaba situada en la parte posterior de la vivienda. Las únicas mujeres que podían sentarse a la mesa de los varones eran las hetairas, cortesanas de alto nivel.

El 27 de agosto de 1896, estalló entre Gran Bretaña y Zanzíbar - hoy parte de Tanzania - una guerra que duró 38 minutos.

El primer anuncio escrito que se conoce data del año 3000 a. de C. Es el contenido en un cartel encontrado en las ruinas de la ciudad egipcia de Tebas, que ofrece la recompensa de una moneda de oro a quien capture y devuelva a su amo un esclavo huido llamado Shem.

Algunas tribus de indios del Orinoco, en Venezuela, colgaban los cadáveres en una especie de hamaca durante una semana, y con los líquidos que goteaban de ellos en el proceso de descomposición, los curanderos fabricaban un licor que decían que tenía propiedades mágicas.

¿Le interesa un seguro contra satélites? La empresa estadounidense Complete Equity Markets, de Illinois, ofrece pólizas contra cualquier accidente producido por un satélite que caiga del espacio. Si el asegurado muere o resulta herido, él o su familia, en el caso de que fallezca, recibirán 100 millones de pesetas; si causa daños en sus propiedades, 10 millones.

Algunas profesiones fuera de la ley en la España del siglo XVII, en la jerga del momento, eran: grumete (ladrón de domicilios con escala), devoto (ladrón de cepillos en las iglesias), apóstol (especialista en ganzúas), capeador (ladrón de capas en pleno vía pública) y jácaro, jaque o rufo (matón o asesino a sueldo).

Durante algún tiempo la virginidad de la mujer estaba mal vista y se consideraba incluso peligrosa para la salud del marido. Por este motivo, en algunos partes de Oriente, los hombres ricos preferían desflorar a la novia con una barra de hierro o dejar ese trabajo sucio para un esclavo.

Las mujeres de Esparta, para probar el carácter de los recién nacidos, en vez de lavarlos con agua lo hacían con vino. Se creía que, si el niño era epiléptico o estaba enfermo, caía con convulsiones al contacto con esta bebida. Otras madres los lavaban con agua helada y con orina, con el mismo fin.

En el norte de Inglaterra, desde el siglo VIl hasta bien entrado el XIl, a las mujeres protestonas o que se negaban a permanecer calladas, se les ponía una especie de bozal metálico sobre la cara y la boca, el acial, con una mordaza también de metal, que les ocasionaba graves lesiones en el paladar y la cavidad bucal. Una vez amordazadas, eran paseadas por las calles atadas con una cuerda.

Según informes oficiales de principios de siglo, los dyaks de Borneo arrancaban el corazón a los prisioneros para comérselo crudo. Así se infundían valor.

Cuando el Imperio Romano alcanzó su máximo esplendor, en el siglo IV, su red de caminos y carreteras alcanzaba los 80.000 kilómetros.

A pesar de que está totalmente prohibido, algunos indios cuna de Panamá siguen sacrificando -bien enterrándolos vivos, bien envenenándolos - a los bebés albinos. Antiguamente estos niños de piel y pelo blancos eran eliminados, debido a que resultaban poco rentables para la tribu y constituían una carga familiar, ya que al carecer su piel del pigmento melanina, no podían exponerse al sol.

Una de las dietas de adelgazamiento más efectivas puede haber sido la del norteamericano Ronald Springston. En 1981 necesitaba perder 25 kilos, así que fue a ver a un hipnotizador, con objeto de que éste le infundiera la autoconfianza necesaria para soportar el régimen. El hipnotizador le convenció de que tenía la fuerza necesaria para ponerse a dieta “o incluso para robar un banco”. Springston salió de la consulta hipnotizado, y atracó un banco. Fue detenido pocos días después, y más tarde condenado a cuatro meses de prisión menor en un correccional. Cuando salió, había perdido 25 kilos.

En la India, a los moribundos y deshauciados se les llevaba al río Ganges y se les llenaba la boca de tierra, para ahogarlos a continuación en las aguas sagradas.

En la Edad Media, las ejecuciones de presos eran la fuente de un particular mercado negro; se comerciaba con las sogas de la horca, que se suponía que poseían abundantes virtudes curativas. También con el sebo de los ahorcados, para fabricar velas que, según se creía, podían alumbrar tesoros ocultos; y con la mandrágora, planta considerada la panacea contra todas las enfermedades, que crecía, según creencia popular, al pie de los patíbulos, regada con el semen de los ahorcados.

En la Roma del siglo XVI existía una estatua denominada popularmente El maestro pasquino, donde los ciudadanos solían colgar versos satíricos en los que se criticaba y ridiculizaba a las principales figuras del papado y, en ocasiones, al mismísimo Papa. Esta práctica duró varios siglos.

La frase “Ave, César, los que van a morir te saludan”, era efectivamente pronunciada por los gladiadores en el circo romano. Pero no se la decían, como mucha gente cree, a Julio César, sino al emperador Claudio, que reinó en Roma entre los años 41 y 54.

La mayoría de los nombres de los Estados Unidos de América derivan del lenguaje indio: Dakota significa aliados; Oklahoma, el pueblo rojo; lowa, los dormidos; Kansas, una brisa cerca del suelo; Kentucky, el suelo oscuro y sangriento; Illinois, la tribu de los hombres perfectos; Texas, amigos; Idaho, buenos días; y Mississippi, padre de las aguas.

En la antigua civilización inca, el uso de la coca estaba reservado a las clases más privilegiadas. Para los campesinos, era un crimen capital mascar hojas de coca sin autorización.

En España, el negocio de los rituales satánicos y las técnicas de vudú mueven cerca de 2.000 millones de pesetas al año.

Para saber si el futuro bebé era niño o niña, los antiguos egipcios hacían orinar a la mujer en trigo y cebada. Si el trigo crecía más rápido que la cebada, el fruto sería un varón, y viceversa.

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