sábado, 5 de septiembre de 2009

EL CUERPO EN QUE VIVIMOS

Jim Brady, un próspero comerciante de equipos para ferrocarril que vivió en Estados Unidos durante el siglo XIX, tenía un apetito tan descomunal como su fortuna: su desayuno consistía en un filete, huevos, chuletas, patatas, tortitas, maíz, pan de maíz y panecillos. Para almorzar tomaba una bandeja de almejas, otra de ostras, otro filete, una langosta, ensalada, pastel de fruta y casi una caja entera de bombones. En 1912, con 56 años, ingresó en el hospital para ser operado de cálculos biliares. Hubo que hacerle una cama y una mesa de operaciones adecuadas a su gordura. Los cirujanos no pudieron operarle: las capas de grasa de su cuerpo impedían llegar a su estómago, que era seis veces más grande de lo normal. Brady murió cinco años más
tarde.

Las uñas de las manos crecen cuatro veces más rápidamente que las de los pies. Las primeras aumentan alrededor de 0`06 centímetros a la semana.

Cada día mueren en nuestro cerebro más de 100.000 neuronas, que jamás se reponen. En una borrachera de alcohol se llegan a perder varios millones.

El ojo humano puede distinguir 10 millones de colores diferentes.

Casi la mitad de la población mundial tiene el grupo sanguíneo 0.

Un feto humano femenino puede llegar a tener 6.000.000 de óvulos. Nace con sólo 400.000 oocitos -células que pueden llegar a ser óvulos- en los ovarios; a los 25 años, a la mujer le quedan menos de la mitad, y a los 50 han desaparecido todos.

Un mensaje enviado por el cerebro a cualquier parte de nuestro organismo puede alcanzar los 290 kilómetros por hora.

Nuestros 2.000.000 de glándulas sudoríparas, que aportan humedad a la superficie de la piel y regulan la temperatura del cuerpo, son capaces de eliminar dos litros de agua por hora.

La mexicana Lucía Zárate pesaba a los 18 años alrededor de 2 kilos.

EL Rey Sol, Luis XIV de Francia, nació con dos dientes.

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